Octavio Campa / El Sol de Nayarit
Miércoles, 27 de Agosto del 2014. 8:22:43 pm
Letra más grande
Cuando una alma abandona
el tránsito terreno,
quienes permanecemos en el mundo
un dolor muy intenso
nos provoca la pérdida
de ese ser que ahora mora entre los muertos.
Consideramos que algo en nuestro espíritu
se ha roto sin remedio,
nos invade la angustia cuando nos percatamos
que ya jamás veremos
al ser amado que emprendió la ruta
que no tiene regreso.
El dolor se hace llanto,
frustración y congoja se hermanan al momento,
se obnubila el espíritu,
y entonces el dolor es cancerbero
que no admite razones
para justificar este suceso.
Mientras la herida permanece abierta
ese periodo al que llamamos duelo
anida en nuestras almas
un largo lapso que se antoja eterno,
más la resignación, que no es olvido,
llegará con el tiempo.
El dolor nos impide que entendamos
que la vida es un préstamo,
que es efímero el tránsito en la tierra
y que al morir, tan sólo muere el cuerpo,
pues el alma inmortal, a semejanza
de nuestro padre eterno,
por mandato divino
sigue vibrando aún después de muertos.
El dolor que hoy sentimos
-legítimo por cierto-
Ha de disminuir cuando entendamos
que ya mora en el cielo
el ser, que nos dejó con su partida,
y ya jamás veremos.
En abono a su pena y su tristeza
tal vez pueda servirles de consuelo
que su señora madre que ahora lloran
a la diestra de Dios mora en su huerto
Eleven su mirada
Escudriñen el cielo
y verán que entre todas las estrellas
La Cuata María Santos habita en un lucero.
San Blas, Nayarit, |9 de agosto de 2014.
Octavio campa Bonilla.