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Filosofía Marismeña

Cárcel

MC Ramón Larrañaga Torróntegui

Martes, 30 de Agosto del 2016. 2:23:03 pm

Letra más grande

México se ha convertido en el país que invierte millones de pesos en la construcción de cárceles de alta seguridad ¿A qué se debe el acelerado proceso de degradación de la sociedad mexicana? ¿Cómo llegaron al punto de colgar seres humanos en las calles, decapitarlos? ¿Por qué un ser humano deshace en ácido a cientos de sus semejantes sin inmutarse? ¿Qué tipo de valores aprendieron quienes, sin rubor, descuartizan sistemáticamente a sus semejantes? ¿Cuándo cesarán las matanzas? ¿Por qué no termina la guerra sanguinaria y sin fin del Gobierno con el narcotráfico? ¿Por qué una gran parte de nuestra juventud forma parte del crimen organizado? ¿Por qué se perdió el respeto a la autoridad y a las leyes de convivencia? ¿En dónde se extravió el respeto a la dignidad humana? ¿Por qué millones de mexicanos dejaron de ser buenos seres humanos? ¿Por qué se desprecian las leyes? ¿Por qué se empezaron a perder los valores morales? ¿Qué fue lo que falló? ¿La familia? ¿La iglesia?

¿La escuela? ¿El sistema educativo? ¿Los maestros? ¿El sistema económico? ¿El neoliberalismo? ¿Los gobernantes? ¿Los políticos? ¿Los medios de comunicación? ¿La sociedad? ¿El mercado? ¿El Estado? ¿Qué le pasó a México? ¿Cómo, cuándo y por qué perdió el rumbo? ¿En qué momento extravió su proyecto de nación? ¿Cuándo empezó el proceso de descomposición del tejido social? ¿Qué se hizo, o se dejó de hacer, para caer en esta situación? En la mala educación, que se recibe en la casa. Desde hace algún tiempo, los mexicanos, se educan para el bien mediante la televisión, o sencillamente no se educan, desde hace tiempo en la televisión nos “dijeron” lo que es correcto y nos inundaron de estereotipos que hoy, desde mi punto de vista, tiene a la sociedad mexicana en esta situación.

La pregunta que interesa responder no es sobre cuántos recintos carcelarios son necesarios. Cuando una sociedad se encuentra con que sus cárceles son insuficientes, no tiene ante sí sólo un problema presupuestario, sino algo más sustantivo que debe insertarse en aquello que los especialistas denominan política criminal, esto es, el conjunto de decisiones y directrices de orden jurídico, social, económico y cultural destinadas a contener, sancionar y eliminar razonablemente las conductas criminales que en toda sociedad se producen.

Creer que el asunto se limita a una consideración cuantitativa es una vulgaridad o simplificación por ignorancia o comodidad. Dentro de los mitos construidos en los últimos años, necesarios para la dominación por medio del temor y la constitución de un enemigo interno, que justificara la nostalgia autoritaria, está la creencia colectiva de que México ocupa castigar con mayor severidad cualquier caso por leve que este sea con saña. Hay una necesidad de encarcelar a cuanto infractor menor se presente y axial es como tenemos las cárceles llenas de vendedores de discos piratas, robo de mercancía en súper mercados, arrebatadores de bolsas a damas o deudores de multas por beber en la vía pública.

Todo en nombre del orden. El objetivo estratégico de una sociedad debe ser producir menos delincuentes, es decir, actuar sobre las causas. Para ello la comunidad social debe mirarse a sí misma, analizar sus relaciones estructurales, porque la delincuencia en gran medida tiene su origen en la exclusión, la marginalidad y la frustración de expectativas. La sociología explica la desviación y la anomia como una relación deficiente e inadecuada de los objetivos sociales de bienestar, estatus y riqueza con los medios que la misma sociedad ofrece a los individuos para lograr tales objetivos. Esto no explica toda la criminalidad, pero sí toda aquella que es socialmente relevante (o masiva) y sobre la que se puede actuar, porque a su vez nadie puede pretender que en una sociedad humana no se delinca en absoluto, sería ilógico, utópico y hasta mesiánico que un gobernante dijera que su gobierno logro esto.

Desde luego, modificar el sistema de penas y de cumplimiento de las mismas es una tarea urgente y que nos puede ayudar en el corto plazo a disminuir nuestras tasas de reclusión, por lo mismo es una iniciativa que el gobierno debe impulsar cuanto antes. Pero ello a poco andar podría ser desacreditado con discursos mediáticos y políticos como ¿Para que los agarramos, si los jueces los sueltan, luego, luego, ni el trabajo de llevarlos? O “Los delincuentes, van de recreo al penal hacerse de amigos” No se necesita ser un filósofo de la sospecha para advertir como las sociedades generan dispositivos de control del orden social, que no necesariamente responden a la mala intención de algunos sujetos aviesos.

Tampoco ello hace que una sociedad sea intrínsecamente perversa, pues se trata de equilibrios sistémicos más o menos primitivos o violentos, según el grado de evolución normativa logrado por la respectiva sociedad. La nuestra todavía se halla lejos, mientras el gobierno federal se dedica a inyectar miles de millones de pesos en seguridad y cárceles de alta seguridad las cuales se encuentran abarrotadas por supuestos delincuentes o personas que no han sido juzgadas después de tres o cinco años en que fueron detenidas por un delito sin comprobar.

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