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Filosofía Marismeña

Sinceridad

MDH Ramón Larrañaga Torróntegui

Lunes, 2 de Enero del 2017. 2:45:52 pm

Letra más grande

En cualquier relación, si se mantiene la confianza los buenos resultados están asegurados. Hace unos años no se necesitaba firmar un papel “La palabra dada era sagrada”, era el mayor compromiso, donde iba el prestigio y el honor del individuo. Lo mismo pasa cuando se escribe con sinceridad, sin ataduras o intereses escondidos. Se redacta para ser leído por cualquier persona sin importar su religión o credo político, salvo por aquellos que estén en contra de la vida. Escribo para las almas y espíritus más nobles, aquellas de buenos sentimientos y elevados ideales. “No apto” para mentes cerradas.

> Escribo para los que aman la vida, sus cosas, los que soportan su crueldad y continúan sonriendo porque anhelan que las cosas cambien para bien. Para los que no beben el agua sucia que se les ofrece como elixir de la vida, para los que no tienen estomago para soportar a los anodinos. A veces lo hago para sacar las paranoias que rondan la cabeza, en otras abrazo al Quijote y sus molinos de viento, unas más son anécdotas en el ¿Cómo? Las entiendo o algo parecido a un reclamo interno y obtener ese remanso mental con claridad. Surgen ideas que el alma calla “Redacto cosas que no debo, expreso opiniones que no ayudan”

Simplemente relato lo que considero funciona en mejorar la vida por si puede servir o ayudar a alguien. Me esfuerzo en el día a día al pensar “merece la pena vivir así”. Me río de la desfachatez en mis sentencias inadecuadas ante cualquier situación en la que expongo. Escribo para los que disfrutan en el sufrimiento y saben que esto sucede porque el ser humano es así. Para los que mantienen la esperanza en que las cosas cambien y que un mejor horizonte aparezca por la mañana. Para los que saben que el egoísmo mata, la crueldad es veneno y que cuando hay “Fe” la vida es placentera.

Escribo para los que ven de frente los conflictos y buscan superarlos, los que eliminan sus causas y acogen fervientemente las cosas como son. Para los que saben que el sufrimiento está en su mente y la solución está en nosotros mismos, para los que saben que no siempre le caemos bien a todos y la soledad en ocasiones es nuestro espacio a la libertad. Para esos que se embarcan a diario en contra de la ignorancia y tasan su vida en la caridad. A los que se esfuerzan en dejar la infelicidad porque piensan que siempre las cosas pueden ser en diferente manera en el ¿Cómo? se plantean.

Escribo con el corazón en la mano, sin engaños o falsas premisas, sabedor que cumplo en lo que soy y pienso como persona, respondiendo a la confianza en el que se atreve a darme un poco de su tiempo al leer esto, sabiendo que no lo defraudare. Es usual que estemos prestando atención a lo que se dice de nosotros en busca de aprobación. Dejo fuera el que dirán. Esto causa ansiedad, frustración, enojo. Los sentimientos profundos los vuelvo públicos al exponer lo que se piensa.

Esperamos las sentencias que llegan a veces infames, destructores de la dignidad a pesar en querer expresar una imagen inmaculada. No estamos preparados para recibir el cómo nos reciben los demás y reaccionamos intensamente estallando las emociones por esa enseñanza que nos hacen ver lo que nosotros no alcanzamos a ver de nosotros mismos.- Nos importa lo que opinen.-, pero a veces nos preocupamos demasiado sin fijarnos en la realidad.

Vivimos atentos al rechazo que se puede generar “Repudio” sobre lo que subimos a la red y esto no le agrada a nadie.- Es una prueba.- Que preocupa y ocupa lo que la gente piense o exprese. En verdad “Yo” no sé cuál es la clave del éxito, lo que si intuyo es la del fracaso “Tratar en complacer a todo mundo” Uno debe de aprender a no gustarle a todos. La confianza implica reciprocidad. Vamos depositando nuestra confianza en el otro al comprobar que no somos engañados y, al mismo tiempo, porque experimentamos que también somos objeto de confianza.

Damos, porque a nosotros nos han dado. (El egoísta), el que sólo pide, el que recibe y nunca da, acaba con la relación, porque le vale un comino destrozar la confianza de los demás, ya que su visión de las relaciones es utilitaria para su regocijo y pasajera para su comodidad, solamente. Entonces pasa, que cuando se establece una relación de mutua confianza se está firmando un pacto y quien lo incumple hace fraude; la estafa es especialmente grave cuando uno se aprovecha. Y por ese tipo de sujetos fraudulentos es que, desgraciadamente, comprendemos que no podemos confiar en todo el mundo, que esa actitud no es prudente, que la dura realidad nos dice “Tome sus precauciones”.

Si nos “abrimos”, y depositamos nuestra esperanza en el otro, de alguna forma le convertimos en deudor nuestro, esperamos de él su comprensión y a veces una respuesta equivalente, pero; puede ocurrir que la otra persona solo quiera usarnos. La falta de lealtad y el individualismo egoísta deterioran las relaciones humanas, fomentan la desconfianza, la vida en esa soledad se vuelve triste, dura, “La confianza, sólo se pierde una vez”.

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