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Filosofía Marismeña

Valor de amar

MDH Ramón Larrañaga Torróntegui

Viernes, 31 de Marzo del 2017. 7:47:54 pm

Letra más grande

Siempre me he preguntado ¿Qué hace que olvidemos a nuestros seres queridos? Pero no he tenido la oportunidad en encontrar la respuesta, solo ese recuerdo que perdura entre lo dulce o amargo. Me pongo triste cuando una persona joven muere, una mayor me hace saber su problema en salud, aquella otra que pierde un ser querido y me pregunto ¿Por qué? Sabemos que es normal pero no quedamos satisfechos, la mente sufre, se pone en blanco, vacía, queda la angustia de su recuerdo latente.

> Son las perspicacias del alma, son los ojos del corazón que desde antes en nacer nos enseñan amar, nos marcan los anhelos y nos hacen sufrir con las ausencias. Todo viene en el mismo paquete. Llega impreso en la materia con la que nacemos.- Es efecto y causa.- El dolor al pinchar el espino del rosal se olvida al contemplar la rosa y nuevamente ausencia. Es "El ojo del alma" que transmite dulzura, sabe leer los instintos y dejar entre heridas lo amargo.

Hay personas que al momento de morir se vuelve memorable, la ausencia se siente insustituible en ese instante, sus familiares y amigos se reúnen para llevarle flores en un mensaje que de un remanso de paz a su espíritu. Duelen las ausencias en los amaneceres, en los atardeceres, en medio de la noche despierta el sentimiento añorando y, en la mañana nuevamente con el sol quemante derrite la agonía al estar sin la persona amada. Grita ¡Ya, no estará jamás! La vida nos privo de su presencia, de ella, y el alma estalla como flama hirviendo ante el reto en no alcanzar su compañía o mirar solo nubes en la mente o las cenizas guardadas en un florero exprofeso.

El alma anhela ver con los ojos del espíritu, el corazón con la conciencia, el cuerpo con la cuota, el sufrimiento con la omisión en sus caricias. Todas las fibras intimas sufren, demandan, se sacuden inquietas esperando ese mensaje que comparta una vivencia hermosa en su pasado inmediato, que aprecia, da, suple, acaricia para que la paz sea espiritual. Todo amor es bueno, es maravilloso, da gracia. Es bueno para el que sabe es amado, para el que tiene paciencia, el que suaviza el hierro candente en los conflictos y deja que los arrebatos se disipen y, los días placenteros continúen.

El amor es bueno para el que no le asusta la noche cuando queda solo, el perdón cuando falla, la debilidad en el otro, la generosidad en sus actos. Admira los defectos del otro y lo valora generosamente. Para el que deja que el agua mala sea bebida, la humillación no sea parte de su entorno, la maldición le cambie sus arrebatos insanos deseándoles a sus enemigos la bendición, la paz, tranquilidad y tolerancia en su recapacitación en acciones. Vivir sin rencores dando agua al sediento, tolerando la escasez en trato amable de aquel desafortunado en paz espiritual.

El agua apagara el fuego, el silencio el alboroto, la alegría a la tristeza, la humildad a la ambición, la tierra al hombre, Dios a la naturaleza. Todo es impactante a los ojos del alma, a la experiencia diaria, a los espacios reducidos en amor al prójimo. La mano dura, mata el amor, la fe, esperanza, caridad. La blanda somete, la dulce empalaga, la preocupación, nos precipita, lo comido termina en basura, la basura en comida para otros seres vivos ese es el ciclo vida/muerte el cual no se interrumpe jamás. Los caminos están presentes, la paciencia los abre, la intolerancia los cierra, la soberbia los aleja, la humildad los arrima, La paciencia es el respiro del alma, es la sorpresa grata del espíritu y lo forza "Amar" La experiencia abona paciencia, sustento, reflexión. La Ignorancia aporta precipitación, alegato sin sustento, placeres prohibidos. Paciencia es el fuego eterno en un tiempo maravilloso en mares embravecidos que se ven con dificultad y terminan siendo mansos.

Paciencia es una cuerda de guitarra que pocos saben tocar con suavidad y terminan en romper las cuerdas armónicas del espíritu pasible. La palabra amor se debe predicar en voz ardiente, sin desesperación.- Suave, suficiente para ser escuchada, para ser revelada, y su dueño sepa se refiere a él. La humildad es la plataforma sentimental en la cual descansa, el que enfrenta tempestades, es luz maravillosa en los ojos de la persona amada cuando los posa sobre nosotros. El que ama vive sin preocupaciones, inspirado en la paciencia, buscando los ojos amados para que iluminen el camino de ambos, sus palabras, su conciencia, sus significados, experiencias.

El que ama, ve la vida plagada en esperanza, los frutos diarios le saben a miel. Ama la vida y la valoran suficiente sin importar lo degastado de su cuerpo por los años transcurridos.-Sabe que vivirá una sola vida, varios sentimientos, espejos rotos, amores mutuos y los sin sentido. Elije amar y ama su destino compartido, muere porque tiene que morir, da sin esperar a tomar, entrega su vida a la persona amada.- Sueña con la amada y despierta pensando en la inmortalidad de su amor.

Valora su amor en montaña de alegría. Ama los pájaros, a los buitres, la flor, su espina, el desierto, el bosque, el cactus. Su amada la convierte en ángel, repite su nombre, lo marca en su alma, permite que sea ella la que marque el camino en su vida. Adora sus virtudes, su aroma, sonrisa y escribe que fue creada para repartir amor, inteligencia para discernir en sentimientos. Amar es un regalo que lo mismo arrastra que salva, que hace sentir y expulsa el odio, asume compromisos, altera los ánimos y tranquiliza el alma.

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