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Filosofía marismeña

Ojos de una niña

MDH Ramón Larrañaga Torróntegui

Miércoles, 26 de Abril del 2017. 2:45:49 pm

Letra más grande

Yo recuerdo con especial cariño las idas al río, a los arroyos, los paseos en bicicleta, en burro, a caballo. Era algo que me la pasaba esperando hasta que llegaban las vacaciones: ir al pueblo, ver a los abuelos, encontrarme con los amigos, las tardes de juegos en la esquina, agarrar sapos. Seguro que hay algo que todos recordamos cuando éramos niños y salíamos de vacaciones.

Le platicare parte de mi historia: Cuando joven mi mayor ilusión era encontrar la mujer a la que amara por sus ojos, su mirada. Me decía: La quiero que no grite, no sea enfadosa, ni que a cualquier desavenencia se convierta en un mar de lágrimas. La quiero alegre, dicharachera, imperfecta, pero eso si con ojos hermosos. Lo que buscaba era una chica normal con días buenos y malos pero más buenos que lo otro. La aspiraba sin celos, que no estuviera encima a cada rato. Que le gustara abrazarme, besarme en público, acariciarme, con poco maquillaje, que le gozara hacer deporte y que en mis momentos de tristeza estuviera presente. Eso era lo que inquiría, lo que necesitaba. Una que me hiciera reír, dijera te quiero, fuera cómplice de mis secretos y que su forma en besarme me dejara en las nubes.

Era una tarde calurosa, caminaba lento por la calle principal del pueblo, creo que caminaba tan lento para no agotar en corto camino de la calle para estar en casa. Me senté un rato en la plaza principal y allí fue donde la vi por primera vez. Ella caminaba con una señora a su lado, casi el triple del peso de la niña. La pequeña de ojos color limón con sonrisa amplia caminaba y sonreía al mundo que deseaba admirarla. La seguí un rato para saber en dónde vivía, ellas doblaron la esquina.- Apresure el paso para no perderles de vista.- La vi subirse en dos caballos y se fueron por el monte.- Las perdí de vista. Al paso de los días, su recuerdo seguía latente ¿Quién era esa niña? Pasaron los meses y no volví a saber de ella. Al tiempo "Allí, estaba nuevamente con su acompañante" Mire su ojos bañados en tristeza, mismos que poco levantaba.- Le dirigí la mirada y no se dio por enterada.- Estaba lejos, ausente, triste, no solo de mí, sino del mundo.

Aquellos ojos verdes que tiempo atrás resplandecían se habían apagado, su mirada era dura, de mirada que denotaba desprecio, aburrimiento, apatía por las cosas que pasaban.- Le sonreí y bajo la mirada.- Las seguí un poco de lejos para ver a donde se dirigían, mientras el corazón latía intensamente.- La señora caminaba rápido y la niña la seguía a su ritmo, en ratos daba saltos para alcanzar el tranco.- No estaban escapando, ni siquiera se habían percatado en que las seguía, pero caminaban rápido sin voltear atrás.

Se pararon cerca del mercado, giraron calle arriba y por fin se pararon en la carpintería de Ambrosio.- Allí las alcance, y empecé a escuchar a la señora dando instrucciones y medidas para la construcción de un cajón para muerto ¿Para quién, me cuestione? mi cometido era saber ¿de dónde venían, quien era? Escuche lo que la señora decía: Quiero una caja de madera para enterrar a mi marido, el padre de esta escuincle que solo sabe chillar día y noche por la muerte de su padre:- Me dije.- Que demonios hago aquí, sufriendo con lo que escucho.- La señora se percató de mi presencia y volviéndose hacia mí me pregunto ¿Cómo te llamas niño? Ramón.- Conteste en forma inmediata.

La niña lloraba la ausencia de su padre.- Pensé en él y me dije; era un padre cariñoso que la cuido en verdad.- Ese era el secreto de su llanto.- Una niña agradecida y su padre estaba cosechando lo que sembró.- Si se cuida con amor, la cosecha será dulce y llena en amor, si es odio, lo mismo llegara. Sabemos que criar y respetar a los hijos es agotador y que dar amor en exceso es malo, como también existen paciencias ingratas cuando tenemos que ordenar ciertas disciplinas que lejos de dar hijos bien formados, nos producen rencores familiares.

En el ¿Cómo educar a los hijos? soy partidario de la libertad, el consenso y el respeto mutuo, así como, el apego y la lactancia prolongada. Hay muchas cosas que yo deje hacer a mis hijos, pero a medida que crecieron, me doy cuenta de que he acertado al confiar en ellos y en respetar sus necesidades emocionales. Estoy seguro que algún día sus hijos sabrán preocuparse por ustedes y cuidar de su bienestar. Por eso son muy importantes los cuidados y la atención que requieren.

Para algunos padres el dar tiempo de calidad a sus hijos es hermoso, otros lo sienten inconveniente y prefieren la rutina del trabajo o los amigos, incluso los agobia estar horas en casa. La pregunta obligada seria ¿Qué es lo que más extrañara la niña de los ojos verdes? La ausencia de su padre.

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