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Con precaución

Confusión inconcebible hoy en día

Por Sergio Mejía Cano

Jueves, 7 de Junio del 2018. 8:03:04 pm

Letra más grande

Me llamó la atención un reportaje en el Diario Gente y Poder (junio 6 y 7), del destacado periodista de Nayarit, el siempre admirable señor Oscar Verdín Camacho, en donde relata el infortunio que sufrió un joven de escasos 24 años de edad al estar encarcelado 97 días nada más por tener el mismo nombre de otra persona que al parecer cuanta con asuntos pendientes con la justicia.

¿Cómo es posible que en esta era digital alguien pase las de Caín debido a una confusión de este tipo? Pues nomás para que no se caiga el esquema presentado por las autoridades ante un juez, me ha dicho alguien versado en estas cosas de la justicia a la mexicana. Porque bien se puede demostrar la inocencia de alguien como en este caso, pero como ya la autoridad tiene todo armado y para no quedar en ridículo, quien cayó, cayó y ahí a ver cómo se las arregla el inculpado que, como en este caso se debe a un homónimo y nada más.

Esto me hizo recordar al menos dos asuntos que les sucedió a dos conocidos míos que trabajaron en el ferrocarril.

Hasta mediados de los años 70 del siglo pasado, el Ferrocarril del Pacífico no requería a los de nuevo ingreso una carta de no antecedentes penales; sin embargo, en esa década se implementó este recurso; así que los aspirantes a ser ferroviarios al hacer solicitud ante el sindicato tenían que llevar su carta de no antecedentes penales.

Un conocido acudió en esos años a la Procuraduría de Justicia del Estado de Jalisco a solicitar su carta de no antecedentes penales.

Cuenta este amigo, que se le hizo extraño que pasara mucho tiempo y se le dijera que esperara ahí frente a la ventanilla, y lo raro es que otras personas llegaban a realizar los mismos trámites y para pronto los despachaban; sin embargo a él le decían que esperara.

Después de varias horas de permanecer ahí, de pronto le llegaron dos individuos con finta de judiciales y tomándolo de los brazos se lo llevaron al interior de las instalaciones de la Procuraduría. Grande fue su sorpresa cuando oyó que le dijeron que qué estúpido era al caer por su cuenta propia ahí con ellos.

Llegó un actuario y lo comenzaron a pasar a báscula haciéndolo que depositara todo lo que trajera en sus bolsillos en el escritorio en donde estaba el actuario tomando nota de sus pertenencias.

Obviamente tuvo que preguntar qué pasaba, pregunta a la que nadie respondió, únicamente la persona que estaba anotando los datos le dijo secamente que ahí las preguntas las hacían ellos y nadie más.

Y aunque nadie lo quisiera escuchar, el muchacho les dijo que él era de Mazatlán, Sinaloa, que apenas tenía como año y medio que había llegado a Guadalajara a practicar para entrar a las oficinas del ferrocarril. En eso, uno de los que lo habían llevado ahí le dio un coscorrón diciéndole que no se hiciera tonto, si tenía una larga cola delictiva. Y como una cosa de suerte, el actuario al estar revisando un expediente, levantando una mano para que ya no lo golpearan, le preguntó al muchacho que en 1969 qué edad tenía, el muchacho respondió que tenía 15 años en ese entonces y vivía en Mazatlán.

¡Ah caray!, fue todo lo que dijo el actuario y levantando todos los papeles que tenía enfrente le dijo al muchacho que recogiera sus pertenencias y que los disculpara y dirigiéndose a los policías les dijo que lo llevaran para afuera y que le dieran su carta de no antecedentes penales que había solicitado, y que le dijeran al servicio médico que ya no sería necesaria su presencia.

Cuando nos comentó esto, el muchacho estaba riéndose, pero confesó haber llorado durante un buen rato sentado en la banqueta afuera de la Procuraduría. Y todo por tener el mismo nombre de otro que al parecer era un vil pájaro de cuenta.

En aquella época sería comprensible que se tuvieran que hacer más trámites debido al papeleo, buscar en archivos, verificar el RFC para comprobar edad, etcétera; pero hoy en día en que todo está computarizado, es inconcebible que haya confusiones de este tipo.

El otro asunto fue cuando el sindicato ferrocarrilero consiguió créditos ante el Infonavit para proporcionales vivienda a varios de los trabajadores.

Un compañero cuando fue a Catastro a solicitar una carta para comprobar que no tenía propiedades, le salieron con que era un terrateniente con edificios de apartamentos de renta, dos haciendas y otros inmuebles que eran de su propiedad.

El ferroviario les dijo a los de catastro que él siempre había rentado casa. Pero aquí sí de inmediato se abocaron al RFC y se comprobó que era un homónimo.

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