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FILOSOFÍA MARISMEÑA

CONVENENCIERO

Ramón Larrañaga Torróntegui

Viernes, 1 de Marzo del 2019. 12:21:02 pm

Letra más grande

Las personas nos sentimos solas a pesar de encontrarnos rodeadas de otras, de algún modo dejamos en prestarnos atención y nos comportamos de acuerdo a lo expuesto en escaparates virtuales integrados en la mente para consumir creyendo con ello que se satisface la necesidad. La vida es un sueño de ilusiones relacionado con deseos. La realidad aparto a los seres humanos reemplazando los sentimientos duraderos por los desechables, los sentimientos que se adquieren y abandonan cumplido el deseo inmediato. La relación sentimental la encerramos en un lugar sin valor, de mirada extraviada donde se conceden caricias a cambio de algo burdo. Nada se guarda para mañana, se consume al instante, se arregla la caricia convenenciera en un instante de empatía y poca sensatez. Los filósofos la llaman frivolidad, lo cotidiano se expresa en me siento solo. La relación es bullicio, ruido exterior donde nadie escucha a nadie en lo interior, se corre sin parar, se va a la cama con desconocidos y tras el final de lo placentero, regresa el silencio sin culpa, ese que no escucha el sentimiento al que llaman felicidad fugaz.

> Cala a quien es romántico, lo acompleja al no encontrarse a tono con la nueva circunstancia insulsa que considera un instante placentero confundido con enamoramiento. Los demonios se soltaron, el amor dejo de ser en serio, se volvió egoísta con la esperanza que no tenga repercusión alguna después del acto físico. El romántico aburre, se mira como juguete fuera de época. El sentimiento se niega por el obsesivo placer de aquel que no quiere otra cosa que pasar el rato, entre copas, camas, polvos blancos, yerba verde. Se sufre ante la incertidumbre de sentirse solo sin amor y con placeres que no llenan, se camina a ninguna parte, se regresa por la misma vereda en ese viaje que no conduce a nada. Al amor le falta delicadeza de quien lo siente. El ser humano sufre su propia soledad más de lo que se lo imagina y no quiere reconocer, porque no entiende lo que le sucede, no ama a quien lo ama y al final corre a recluirse en su caparazón para vivir su soledad. La humanidad ha perdido su integridad en dar amor, su solvencia moral está en quiebra y en el fondo de su alma sabe que la relación frívola no vale un cacahuate o nada.
El auto engaño para comprender la felicidad persiguiéndola mediante la acumulación de bienes o subir en la jerarquía del trabajo, no es más que claro ejemplo del nivel de insatisfacción que se padece. Un ser humano que dejo de seguir los dictados morales respaldando su culpa con ironía de que es mucho más feliz que los acumuladores de riqueza a quienes cataloga como pobres en sentimientos y miserables en dar amor ¿Tiene sentido, está en lo cierto? Queda una amplia brecha sobre moral, egoísmo, interpretación.

Perseguir la riqueza a costa de la propia salud mental es inmoral al corromper la mente pero esto es lo que actualmente se aplaude, del sistema mental que se depende ¿Tiene sentido, el amor comercial? Se mutilo lo romántico llegando al mal del consumo donde enamorarse es indiferente ¿Se obtiene lo que la persona desea o es la falsa moda? El viento sopla fuerte para tumbar toda barrera sentimental y se preparan las generaciones venideras a sufrir su esencia sin dignidad ya que los vientos van eliminado todo para suplir amor por riqueza material, justificar la corrupción del acto sexual, comprometer una expectativa de logro sin importar los medios. Pobreza extrema en amor, valor moral modificado.

A la persona digna, virtuosa, desarrollada moralmente no le importaría la pobreza en su opinión buscaría la felicidad a través de la empatía en sentimientos lo que implicaría auto descubrirse. El amor, no es ambicioso, se dedica a observar, admirar, fantasear con la persona que ama. Hace lo que puede con sus propios recursos sin comprometer su dignidad, se siente tranquilo consigo mismo porque nada lo limita a disfrutar la fantasía de su vida al lado de la persona que ama, su riqueza es compartir sentimientos. El placer comprado se confunde con amor y termina frustrando, fatiga, enferma. El ambicioso compra cuerpo para llenar su fantasía lujuriosa pero al volver a la realidad se frustra al darse cuenta que no es lo que aspiraba, sus expectativas se ven vacías.

La comodidad la ofrece la tranquilidad, se sufre cuando se ambiciona con falta de méritos. El que compra amor, lo ambiciona, se odia, se desprecia y obsequia lo que no ocupa, sacrifica sus sentimientos y toma lo que este a su alcance. El amor no se basa en la vanidad, en el intento de asegurar bienes futuros sino en la riqueza espiritual la que surge del esfuerzo mutuo, la que significa empatía sentimental al costo del problema que se presente. El amor se edifica, protege, no se compra.

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