Artículo de opinión

Bajo fuego: 40 años

Omar Carreón Abud

Miércoles, 8 de Enero del 2014. 8:22:07 pm

Letra más grande

El Movimiento Antorchista Nacional cumple 40 años de luchar contra la pobreza. Su ideario y sus métodos de trabajo, siempre, desde el principio hasta ahora, han estado apegados estrictamente a la ley. Los mexicanos que no nos hemos resignado a que en nuestro país haya unos cuantos que disfrutan de todos los excesos y una inmensa mayoría de la población que resiste en medio de la pobreza y la miseria, no hemos tenido que apartarnos del derecho para tratar de ir cumpliendo nuestras aspiraciones personales y colectivas, nos ha bastado con llevar a la práctica los preceptos de libre organización y exigencia a la autoridad que están escritos y aprobados en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.

¿Por qué el Constituyente incluyó estas garantías sociales en nuestra Carta Magna? ¿Por qué hasta ahora siguen ahí? Porque se sabe que cuando una minoría se hace cargo de decidir los destinos de una inmensa mayoría, cuando unos pocos tienen el poder sobre bienes y personas, cuando esos pocos no tienen control ni límites o pretenden controlarse y limitarse a sí mismos, abusan del poder que se ha depositado en ellos. Esta verdad –experiencia de la historia- no ha sido extraída para atacar o denigrar a ningún gobierno en particular, es una caracterización probada y comprobada desde los tiempos inmemoriales en los que apareció el Estado.

Claro está que por esta contradicción entre gobierno y gobernados, los intereses de ambos, son contrapuestos y lo seguirán siendo mientras el Estado no se extinga, aunque cambie el modo de producción. El Estado, sus miembros pues, tienden siempre y en todas partes, a perpetuar sus privilegios y garantizar su independencia, declaran que aceptan la crítica, la oposición y que hasta la alientan y la financian, no obstante, se demuestra una y otra vez que, en los hechos desnudos, ponen en juego el poder social que concentran para controlarla y limitarla. En muchísimos países, la democracia es una añagaza en la que el ciudadano aislado, inerme ideológicamente, es empujado a escoger para gobernante a Poncio o a Pilatos, a Dimas o a Gestas y la minoría gobernante existe sin controles.

Pero, al menos en nuestro país, que es el que ahora nos interesa, esos controles, limitantes, propuestas alternativas o simples sugerencias de afectados, no son considerados una subversión o una insurrección, repito, los incluyó el Constituyente en nuestra forma moderna de vivir unidos en una misma patria. Bueno, podría decir alguien, son legales, pero no son necesarios, son superfluos y por eso odiosos e indeseables. ¿¡Ah, no!? ¿No son necesarios? ¿No son indispensables, cuando existen -sólo según el Banco Mundial- 52 millones de pobres, cuando la tasa de pobreza es la misma que hace 20 años, cuando la mayor parte de Población Económicamente Activa, se ve obligada a trabajar en las calles en lo que se ha dado en llamar comercio informal, cuando millones y millones no pueden curarse, cuando también millones no tienen una vivienda digna y los que han podido engancharla se amontonan en auténticos palomares que van a estar pagando durante 30 años, cuando en casi todas las carreteras hay que pagar las cuotas más altas del mundo y hasta los inversionistas emprendedores están impedidos de ejercer la libre empresa porque los estorban los monopolios vinculados y protegidos por el Estado? ¿Cuándo todo eso y mucho más ha sucedido y sigue sucediendo pese a la propaganda oficial que intenta sepultarlo y borrarlo de la mente de los mexicanos, la organización popular es innecesaria, superflua, ociosa? ¿Deberemos los mexicanos resignarnos sólo a votar y confiar o aceptar que en puntos estratégicos del país se nos coloquen simples buzones para quejas y sugerencias que los funcionarios públicos podrán utilizar a discreción para mandarlas al boiler o usarlas para hacer piñatas? No creo, no creemos los antorchistas, no lo aceptamos desde hace 40 años. Y nos hemos organizado, y no hemos resultado una organización estéril.

Y -con todo el perdón de la concurrencia- hemos tenido éxitos clamorosos. La vida de millones de mexicanos se ha transformado radicalmente gracias al trabajo de los antorchistas. Tecomatlán, pueblo modelo, único en el país; Huitzilan, pueblo indígena de la sierra norte de Puebla, arrancado de la barbarie y también modelo nacional; Chimalhuacán, de basurero inmundo tragedia de sus habitantes, a soberbio municipio urbano en el que no existe el analfabetismo; Ixtapaluca, a un año de gobierno antorchista, se ha levantado mucho más que en los nueve años anteriores: la honradez, la laboriosidad y la creatividad como prototipo de gobierno. Pero no solamente, hay obras, logros impresionantes del Bravo al Suchiate, en Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí, Oaxaca, Michoacán (“Antorcha construye Michoacán” y nadie lo desmiente), Jalisco, Chiapas y tantos otros que no menciono por razones de espacio a pesar de que tengo temor de ser injusto –y pido disculpas- con tantos luchadores heroicos que los han hecho realidad.

Luchadores que han hecho por su patria mucho más –y aquí otra vez, con el perdón- de muchos otros que gozan de mayor fama y prestigio social gracias a la propaganda de sus poderosos patrocinadores. Pero los mexicanos de Antorcha han sido atacados de “brazo armado” (hoy hay brazos armados verdaderos y no se habla ni de muñones), creación de Raúl Salinas, asesinos, secuestradores, torturadores, invasores, ladrones, potentados, etc., todo, todo el diccionario de ofensas, agravios y groserías se ha volcado sobre los antorchistas. Pero no sólo ha sido guerra de prensa, ha habido muertes: Tecomatlán llora mártires, Huitzílan, más todavía, Chimalhuacán, 10 acribillados y más de noventa heridos de bala, Oaxaca con el corazón sangrando en Santo Domingo Yosoñama, Jorge Obispo Hernández, joven soñador asesinado en una invasión armada a la casa particular del Maestro Aquiles Córdova Morán.
¿Cuántos se me olvidan en este momento? Quizá porque el olvido es una forma del recuerdo. Pero el fuego sigue, la Presidenta Municipal de Ixtapaluca, la querida compañera Maricela Serrano es acosada para que no cunda su ejemplo, su señor padre Don Manuel Serrano Vallejo, un modesto vendedor de periódicos, está secuestrado desde hace tres meses y ya que sus secuestradores no piden dinero, se deduce que tienen motivos políticos.

Bajo fuego, pues, 40 años. Pero los antorchistas nos atenemos a la máxima sabia que dice: la aplicación lo conquista todo y vamos adelante, teniendo presente a Benedetti que dijo: te quiero en mi paraíso/es decir que en mi país/la gente viva feliz/aunque no tenga permiso.

Morelia, Mich., a 8 de enero de 2014