
M.C. Ramón Larrañaga Torróntegui
La vida son esas subidas y bajadas, idas y vueltas inesperadas, recuerdos marchitos, todo ese sin fin de sentimientos que buscan volvernos locos, rompen la fortaleza, la confianza en si mismo. Por ello, mi filosofía personal es: Nunca digas adiós si todavía quieres tratar en arreglar las cosas. Nunca te des por vencido si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la amas si no puedes dejarla ir tranquilamente. Recuerda que: El amor llega aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado, aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado; a aquel que todavía necesite amar, aunque antes haya sido lastimado y a aquel que tiene el coraje y la fe de construir la confianza de nuevo.
No cabe la menor duda, con el paso de los años en materia disciplinaria sigo siendo el mismo. Hoy estaba observando el acomodo de mis libros unos en libreros, otros en cajas, debajo de escalera, tableros, repisas, debajo de las camas, pero todos regados sin orden por temas. Tal parece que no he cambiado desde mi etapa de estudiante en donde llegaba y los dejaba en cualquier lugar Encima de la mesa del comedor, sobre mi cama, en la mesa de centro, sobre cualquier cosa que resistiera su peso. Una biblioteca desordenada que considero no debe llenarme de orgullo sino de vergüenza, pero este soy.
Los últimos cinco años me dedique a sacar libros que ya no volvería a leer y los lleve a bibliotecas públicas (500/1000). Me fue difícil tomar esta decisión ya que formaban parte de una etapa de mi vida y al mismo tiempo me dejaron gratos conocimientos de lo cual ¡Si! me enorgullezco, sin embargo había llegado el momento de darles calle para que sirvieran a otras personas. Se fueron y una parte de mi, se marcho con ellos. En cuanto a temas, estos eran muy variados ya que me gusta leer de todo, y esto probablemente ha hecho de mi persona un incansable crítico de la vida y sus quehaceres, sus ilusiones, esperanzas, lo ganado, perdido, lo que creo nos espera. Devorar libros no es siempre lo más correcto, pero sí, el aprender algo en cada uno de ellos.
Se fueron esos libros y llegarron otros que por el espacio que ocupan, no tardan en dejarme fuera de casa. Un ejemplo: como me pude percatar que tenía seis del Príncipe de Maquiavelo y otros clásicos repetidos. No cabe duda que cuando los leí, me dejaron tan impactado que al verlos en una librería los volví adquirir pensando que los había prestado y era tiempo en releerlo. Los libros nos cambian por completo en muchos aspectos, nos vuelven contradictorios, extrovertidos, empecinado, en ocasiones tercos como mulas hasta vernos despreciados por aquellos que conviven cerca de nosotros.
Nos pueden volver de carácter desatendido, pero también nos enseñan a tener mejor juicio, ser libertario, justo, honesto, honorable, digno y, hasta ego centrista vanidoso por cualquier detalle que se discute en razón de conocimiento. Por eso la gran mayoría de la sociedad le huye a los libros o lee por compromiso escolar, no quieren despilfarrar el tiempo en largas horas en lectura, al no valóralo como inversión en mejoramiento en espíritu. Mientras dedico parte de este tiempo a la lectura, me doy cuenta que el mundo puede seguir girando sin mí y que nada pasa, que no se detiene a preguntar ¿En qué estoy ocupado? Que nadie me extraña.
Mi espíritu siempre inquieto reniega del escepticismo con el que somos tratados en un contrato social inexistente o los dogmatismos, en una corrupción galopante- La manipulación de la prensa, el amor y sus fracasos, el ascenso social y el descrédito, la ostentación, la económica, la vida rural, citadina y todos los comportamientos humanos que se aferran a la pasión, destruyen al ser, lo ponen pletórico en el pesimismo y se regodea en la fiesta porque piensa mal.
Pasiones que deambulan, en ese tejido social deformado el cual forma parte del sentimiento humano lacerado en busca de sus satisfacciones pasionales. Un ser humano que aprende cuando niño mediante los libros y termina despreciándolos por ese deseo, esa ambición, ese sueño deformado que mueve al mundo pasional.
Si bien es cierto que son nuestros pensamientos los que moldean y crean nuestros sentimientos, son ellos también los responsables en nuestras acciones (vaya palabreja) asegura que, una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma, puede ir mucho más allá de lo que uno puede imaginar. El pensamiento y la palabra en un buen libro, son una forma de energía vital que tiene la capacidad de producir cambios físicos y anímicos muy profundos en el espiritu.
La vida te da la oportunidad en enfrentar situaciones que te cambian, que te convierten en otra persona, que te enlutan, ensombrecen, mortifican, te vacían, te ahogan, y, permite que vuelvas a respirar. La vida es dura en materia de sentimientos de los cuales no puedes escapar, no encuentras como deshacerte de ellos, quieres borrar y no puedes ese recuerdo latente que termina por hacerte vulnerable, que no sabes cómo explicarlo pero está presente, sin control. Intestas continuar la vida, tratando en ser como eras antes, que hagas como si nada hubiera pasado, que pienses que todo solo fue un mal sueño. Pero ¡No!, todo es real, buscas levantarte después de caído, sonríes, pero dentro de ti todo sigue vigente, lacerante, dañino, como la vida misma, y entonces maduras al comprender que no todo es tan bonito como podemos pintárnoslo.
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