
MC Ramón Larrañaga Torróntegui
Crecí al igual que muchos creyendo que decir Si a todo era lo mejor y con el paso del tiempo aún me cuesta decir No a sabiendas que él no poner límite a esto me ocasiona problemas. Ayudar a otros en forma desinteresada es muy placentero, nos llena en felicidad pero cuando sabes que no es lo correcto, nos causa molestia, estrés, nos enfrenta contra la enseñanza familiar en hacer el bien sin mirar a quien.
El decir No no significa que nos comportemos egoístas sino usar el razonamiento en forma prudente para marcar límites entre lo bueno y lo correcto, lo ético y lo moral y sobre todo aceptar que no somos perfectos para que todo se resuelva a favor de quien lo solicita. A todo mundo nos gusta viajar, tener instantes en soledad, socializar en busca de nuestra perspectiva de vida. Cada ser, tenemos momentos de mal humor, de alegría, de que nos puede valer un sorbete lo que esté pasando a nuestro alrededor o en echar en saco roto las recomendaciones que otra persona nos hace sobre la forma en la cual actuamos.
Vivimos en el presente con la sombra del pasado, con la carga que aprendimos y continuamos discutiendo sin lograr estabilizar las emociones encontradas. Prestamos mucha atención a los comentarios mal intencionados pensando que las palabras de los demás terminan por acabar con nuestra auto estima, dignidad, honestidad sin pensar que solo tienen el valor que deseamos darles. La murmuración sobre nuestra persona siempre va existir a donde quiera que vayamos pero al final son solo palabras mal intencionadas con un sesgo de envidia o frustración de quien la emite mediante su juicio sumario. Gozar de una vida plena es dejar correr el agua sucia y visualizar los pequeños detalles que nos lleven a ser grandes de espíritu, vivir el momento, el lugar, el entorno, las personas y nuestras acciones justas, es decir estar bien contigo mismo.
Para muchos la vida es una carga; para otros es instantes en ternura y unos más la consideran una cruz difícil en llevar, pero la vida es eso y más. Existe el que reniega de ella, el que la agotado antes de que llegue su muerte, son como los arboles que se van secando porque se marcaron expectativas muy altas y ven como algo inalcanzable, irrealizable. La vida vale la pena vivirla como Es con alegrías y tristezas, con necesidades y satisfacciones, siempre volar bajito esperando el instante en que la oportunidad esperada se presente y agarrarla de cola sin dejar que se marche sola sino que nos arrastre con ella.
La vida es enamorarse de la vida misma, de otras personas, de lo que hacemos a diario, es encontrar un equilibrio en nuestras emociones sentimentales y vivir en armonía cediendo en donde y cuando se tenga que hacer. Amar la vida es sorprendernos a cada rato con lo que va cambiando en nuestro planes, es asegúranos en estar conscientes que siempre existe un instante de alegría que nos lleve a la plenitud del alma.
Es saber que existes, que amas, que vives mejor que miles, que sabes quién eres y de que estas hecho, es curar ofensas sin rencor, resignarse a los hechos consumados. Es ser feliz con tu pareja, con la familia tuya de otro y de otros, es alejarte de las personas que viven en forma equivocada, que son negativas, que tratan en anularte, destruirte con sus bajas pasiones y malas intenciones. Es ser uno mismo y a la vez el otro sin intoxicación afectiva.
Amar la vida sin confusiones o justificaciones de sufrimiento, dejando los arrebatos con las personas que convivimos sabiendo que son toxicas. La mejor manera en vivirla es estar lejos de los enredados, los incompatibles, negativos con los que no se puede estar cerca. La vida tiene sentido práctico, sentimental, divino si estas consciente de lo que haces, si tus respuestas tienen sentido, si tus emociones no se encaminan por el sendero de los ciegos en entendimiento, si no te dejas arrastrar por los torbellinos de pasiones insanas, si la inercia no rompe su dique en cordura. La vida y su felicidad esta dentro de nosotros, Jamás en otra persona Aún con todos los defectos que arrastramos o que vamos acumulando al paso de los años hasta llegar a no reconocernos por nosotros mismos.
No intentemos que otro sea nuestra alegría o, felicidad, esa esta en nosotros, emerge desde el alma y permea el espíritu solo es cuestión de encontrarnos en la tranquilidad que el espíritu demanda para que sea el alma la que nos proteja y nos guie en el camino donde las pasiones hacen que se pierda la cordura. La vida nos llena de miedos, pero por increíble que parezca es el alma, la que hace que los superemos mediante el instinto.
Piensa en lo que actualmente tienes y sabrás que lo que andas buscando desaforadamente es muy posible que ya este contigo y, solo sea cuestión en que lo dejes emerger desde tus entrañas. Deja que el espíritu amasado sea el encargado en reconocer y proteger lo que tienes, lo que eres y lo que anhelas. Recuerda: No hay una sola receta para ser feliz; cada quien intenta serlo a su modo y según su buen entender. Amar es el fruto que brota del alma y cada uno es fuente para que germine.
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