
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Solo el que posee es quien piensa en seguir conservando de deshacerse de lo que es suyo Renunciar o continuar También el hecho de saber que es suyo (a), lo vuelve posesivo, deja de cultivarlo, lo mantiene abandonado, se desapega de los momentos sentimentales que son tan importantes para la otra persona. Quien piensa que posee a la otra persona la toma como entretenimiento, como medio de satisfacción cuando la ocupa, se sirve de ella y no deja en molestarla cuando no la ocupa. Cuando el sentido común pide dar desprecio o indiferencia por las ofensas recibidas y el sentimiento profundo opina lo contrario. Esta relación está metida en un serio conflicto y deja un gran dolor a quien se siente utilizado por lo tanto trata de escapar por cualquier medio a su alcance sin importar el qué dirán otras personas en cuanto a su actuación.
La convivencia placentera debe ser entendida por ambos, es reconocer que existe amor y no convivencia en donde uno gana y el otro pierde. Cuando uno de los dos es el calculador, el que va marcando la relación esta se vuelve insostenible, llena de celos, de engaños cuando debería ser una relación que contenga significado y significancia para ambos en donde se actúe con profundidad, se llene de paz y no una lucha de poder y degradación. Cuando hay amor, existe paz, el ponerse de acuerdo lleva al equilibrio y olvida el antagonismo desgastante.
Una buena forma de iniciar a entenderse es Escucharse, para poder aceptarse, buscando rehacer lo malos entendidos. Esto no significa que se debe aceptar lo que el otro expone, ello sería absurdo porque se caería en la misma situación de lucha, es mejor pensar con sentimientos, descubrir la falla y empezar de nuevo. No se trata de aceptar o bajar la cabeza a costa de la dignidad, sino un verdadero entendimiento en la razón expuesta Escuchar produce quietud al espíritu del que habla escuchar nos acerca a la comprensión de los motivos del lobo.
Nuestra vida está basada en entender, comprender, accionar, ponernos en los zapatos del otro, llegar al fondo de sus deseos, inquietudes y luego hacer algo por acercar la línea entre lo que nosotros pensamos, sentimos para avanzar juntos. La vida es un asunto de convivencia entre seres pensantes que lucharon ayer, lo hacen hoy y están pensando con anticipación en el mañana. Es estar vivos, conscientes a cada momento de convivencias prestas a esa atención compartida que nos nutra en significado.
Es perder el miedo a sentirnos solos, aislados con nuestras ideas, inquietudes, necesidades incumplidas. Es salir a la calle con una sonrisa por sentirnos vivos, sentarnos tranquilamente en un parque con la mente en paz y el corazón abierto para entender estos momentos con distracción que nutre y no como huida de casa para no enfrentar conflictos de convivencia. Es involucrarnos con el medio ambiente en donde otros seres transitan, dejando atrás las incertidumbres, los miedos, las penosas afrentas que se reciben...
El amor, no se basa en una idea sino en comprensión, convivencia de calidad, en actos de apoyo y continuación como pareja, persona, provistos de compresión, que sirva de algo para sentirnos a plenitud sin limitaciones por parte de una de las partes que se esfuerza por gobernar la relación sin dejar entrar en ella la equidad en necesidad, deseo, propósito compartido. El amor no puede ser solo un impulso en un instante de necesidad o deseo lo cual lo llevaría a la monotonía, al habito, tensión, lucha, zozobra. No se trata en no pedir nada, ni dejarse dominar o bajo condiciones como tampoco es cuestión de aceptar por no tener conflictos o rechazar.
El amor, no puede ser, habito, lucha sino entendimiento mutuo, pleno, basado en comprensión entre ambos como un todo. El amor es una necesidad, una satisfacción en la que pueden surgir disputas pero en las cuales es posible vivir, arreglar sin terminar perdiendo la dignidad sino respetando el amor propio de cada uno.
La exposición a perder la convivencia inicia cuando utilizamos al otro para satisfacción de nosotros, cuando lo vemos como persona de escape a nuestros deseos, cuando la exponemos a los bajos instintos, y dejamos de protegerla para solo servirnos de ella, para sentirnos cómodos convirtiendo los momentos en satisfacción de uno y dolor del otro.
El amor, no servirse del otro para satisfacernos, no es exigencia, antagonismo cuando esto sucede, lógicamente esto no es amor, y posiblemente no sea ni siquiera afecto. Es problema de uno entre ser lo que debemos ser y el encierro de traumas anteriores.
Amar a una persona, no estar encerrado en hacer que ella haga lo que a uno le gusta, llenarla en disputas para que cambie, reprimirla en sus legítimas aspiraciones. Las disputas siempre estarán presentes, estas no deben ser motivo para impedir escuchar y buscar el acuerdo mutuo que acerque. Saber que no somos perfectos, ni tenemos la capacidad para admitir todos nuestros errores.
Comentarios