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Filosofía marismeña

Pérfidos

MDH Ramón Larrañaga Torróntegui

Lunes, 28 de Noviembre del 2016. 3:02:30 pm

Letra más grande

Nacemos dotados, de una dosis alta en fantasía, y la cargamos en diferentes tonalidades en el transcurso de vida “Latente” en hechos factibles en concretar. Igualmente deliberamos en ese intervalo las múltiples amenazas silenciosas que nos presenta el pensamiento dirigiendo la concreción de la misma y sus atenuantes en busca de legitimar el hecho o desecharlo por causalidades presentes. Dejar las fantasías mentales, y utilizar la razón en su realidad construye al ser satisfecho.

Aparece ante un hecho consumado que nos alienta a seguirla en busca de su justificación sobre todo cuando sufrimos el agravio y hay que pagar con la idéntica moneda a quien nos hizo daño o traiciono. Infringir un daño a la persona por hacernos un perjuicio es la premisa, situación que nos lleva a un laberinto del cual no es fácil salir. Se promueven los deseos de venganza, se pierde la cordura y quedamos expuestos a actos alejados de prudencia. La tentación siempre está en espera y brota en el instante menos pensado. Luego se justifica con argumentar la busca de satisfacción no encontrada haciéndonos olvidar el grito desesperado donde el amor se relega, se encajona y tiene que ver más con una satisfacción de placer.

El amor resulta antes que nada de una satisfacción para la persona que desea. También tiene que ver con el bienestar de la persona a la que se desea.- Esto, es una especie de amor pleno, generoso en la medida que se busca que la persona amada goce a plenitud y se llene en bienestar.- Esto, sería una condición amorosa que se opone a toda envidia, sujeción, manipulación, dominio, poder, deseo en destruir.

La tentación amorosa aparece como un dolor, un pesar, un dañar si no se consigue lo que se pretende. Este amor puede pasar por la idealización inalcanzable en donde la persona a la que se le pretende es demasiado buena para fijarse en la otra persona y paradójicamente cuando se mira tan lejana se pierde la bondad entrando la maldad en contra de la persona idealizada. Este camino se dirige al odio iracundo, inestabilidad emocional, deseo en destruirla.

El amor y la forma de llegar al mismo se aprenden con la madre/Padre. Solo se reedita cuando jóvenes y permanece en los adultos. La madre/Padre, enseña el sentido en dar la ternura, los encuentros amorosos, el castigo y su rigidez, son su sello característico. Ellos son los que orientan el futuro amoroso del niño, sus argumentos, lo que detestan, las faltas y el lado que consideran bueno en las acciones de las personas. A partir de este acervo se determina el lugar que cada persona ocupa en su vida amorosa, en sus deseos, prioridades y futuro en busca de la satisfacción plena. Se dice que el encontrar la persona de nuestros sueños es una hazaña casi imposible y que por eso vamos transitando de persona en persona en busca de ese amor para satisfacernos.

Mientras estamos con la persona escogida no escapamos al riesgo en caer en una ilusión pasajera pensando estar en brazos de otra persona conocida con la cual estamos conviviendo constantemente. Su presencia inquieta y aunque se sabe que no llena las expectativas en amor duradero la mente nos engaña y en ese instante dejamos en ser el uno para el otro que prometimos ser con la persona amada.

Competimos constantemente con los deseos. Al dedicar mayor atención a lo que hace otra persona nos delata con que lo que somos no es lo más interesante y lo hemos hecho, no es nada. Cavamos en la vida de otro lo que no somos capaces en buscar dentro. Cuando se ocupa de uno, el valor cualitativo se incrementa. La honestidad debe ser nuestra divisa. La respuesta es clara: Trata a las personas como si fueran lo más importante en tu vida, si no haces esto, tu espíritu gritara que eres un desdichado, y caminaras sintiéndote mal contigo mismo.

La mayoría de ocasiones reflexionamos si ¿Somos felices o no? Para valorarlo metemos en cintura al sentido común porque en realidad existe un abismo entre el pensamiento inmediato, nuestra realidad y los sentimientos que paseamos en diferentes instantes. De algún modo deseamos construir la felicidad sobre los escombros de lo que consideramos debería de ser, un tanto alejada de la realidad, pero si, sujeta a la construcción que de ella hacemos. Es en el sueño cuando tratamos de poner orden en la realidad deseada, en el sentido común y la interpretación que de ella hacemos. Surge así el conflicto de la frustración que nos transforma en ver a la vida la cual deja de satisfacernos y deseamos cambiarla. Es la insatisfacción ante la idea de que si nos emancipamos la calidad de vida cambiara como por arte de magia y, que la realidad actual no llena ese espacio sentimental.

La tentación es un deseo fallido que conforme la acercamos nos damos cuenta que el juego no era para nosotros y que esa búsqueda corresponde más al engaño de los sentidos quienes permanecen en una búsqueda permanente. Así se va tejiendo la historia de amor/desamor, de ilusión/engaño/desprecio, encuentros/ desencuentros, de rupturas amorosas. Alguien nos desilusiona o decepcionamos para el que no fuimos esa persona que iba a llenar la falta, no pudimos ser ese otro. Tampoco el, pudo adquirir ese estatuto de ideal que aspiraría a una fusión totalizadora. La búsqueda sigue, la traición acecha, haciendo de nosotros unos pérfidos.



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