
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Las relaciones entre hombres y mujeres en cuanto a ¿quién decide o manda? No eran exclusivas de varón como hasta la fecha se han venido presentando. Las decisiones que los hombres tomaban se veían autorizadas (tomaban parecer), y analizadas por estas damas, aunque ya en lo público era el hombre quien aseguraba que "él" era el que llevaba los pantalones en su casa, es decir "quien decidía" y ellas no lo contrariaban en público (en privado era otra cosa). Por su parte la iglesia católica asesoraba a las damas en el trato a llevar en casa sin que se transgrediera la relación sexual. Esta era la vida cotidiana. La separación entre mujeres se mantenía por las clases sociales.
La historia que se nos cuenta es que la mujer permanecía subordinada a su esposo y esto no fue así, ya que la posición social de la misma determinaba mucho este poder al interior del hogar. El control moral lo ejercía la Iglesia católica sin dejar fuera la relación sexual de las mismas. Detrás de cada cama, existía el cura aconsejando por lo que la relación cura/esposa/suegra/marido, era muy intensa.
El cura prohibía la convivencia de hombres y mujeres en ciertos espacios públicos y privados en donde la mujer le estaba prohibido estar presente (peleas de gallos, cantinas, Billares, Plaza pública acompañada de un hombre en la calle sin un familiar cuidándola, etc.) La censura era muy intensa, asumiendo un papel patriarcal. El caso es que si la mujer deseaba convivir con hombres lo debería hacer en un lugar en donde estuviera presente una persona para que cuidara el comportamiento del hombre para con ella chambelanes: suegras, hermanos pequeños, primas).
Existía el lavadero públicos en donde solo podían estar mujeres (llamados Tanques - uno en la Tiruta y otro para abajo, sin fisgones). Allí, ellas aprovechaban para bañarse. En los baños públicos (lavadero) no se admitían mujeres menstruando, prostitutas o mujeres de mala reputación, había un temor a socializar con ellas, la sombra del pecado las seguía. Valoradas como mujeres nefastas, aunque su practica la llevasen a cabo en lo íntimo (lugar cerrado a miradas indiscretas).
Existía un lugar especial con agua caliente (termal, frente a la Iglesia y abarcaba la huerta de José Milán) para las parturientas, enfermas, conocido como las Pilas las cuales fueron construidas por los misioneros Jesuitas para este mismo fin. Los Jesuitas habían encontrado las ventajas que esto ofrecía con el agua caliente sobre el cuerpo. Estaba prohibido que una mujer clase baja se bañara en el río (desnudándose, si "esta" lo hacía, la traía el policía (Faustino) y era azotada por disoluta. Lo mismo se prohibía que la mujer en menstruación lo hiciera en el lugar en donde se bañaban las otras).
Si la muchacha concurría a la feria debía ir acompañada, lo mismo a la Iglesia. El lugar en donde se topaban las sirvientas era en el mercado, muy raro que una muchacha de familia fuera de compras al mismo, ellas Vivian con vida privada y en esta forma se mantenían. Lo mismo pasaba con la escuela (una de niñas cuyas maestras eran mujeres solteras "señoritas" o de clase social alta) y otra de niños (maestros hombres), sin socialización entre ambos, la mezcla de sexos estaba prohibida) Por ello las mujeres llegaban inocentes al matrimonio, honestas "Vírgenes/Puras/Inmaculadas/Sin tacha". El control social era implacable y su comportamiento estaba encaminado en ser buenas esposas, madres, hijas bajo la supervisión del cura, padres, maestros, parientes (costumbre inmutable).
Todos ellos pensaban que si se convivía entre sexos las consecuencias serían abominables y ello ocasionaría desorden en el futuro familiar de la mujer (el pecado estaba siempre presente de tipo sexual en la mujer). Mientras que en los varones jóvenes el pecado se valoraba en la embriaguez, o relaciones con mujeres de clase social baja (procrear hijos con ellas), estos excesos se valoraban a la hora de ir a pedir a una muchacha en matrimonio (indecencia) por ser una conducta opuesta a la ley moral social y religiosa.
Las relaciones en cuanto a noviazgo la dominaban los padres de familia y el cura del pueblo. Los roles sociales, religiosos estaban perfectamente establecidos, cada uno sabía lo que era bueno y malo, censurable o no en cuanto su comportamiento responsable en bien del prestigio de su familia y su futuro en el matrimonio. Si el varón deseaba enamorar a una muchacha debía presentarse a la casa paterna y pedir permiso y si era aceptado se le establecía un horario de visita, siempre supervisado por la familia (sala de la casa, banqueta exterior).
Los encuentros en el mercado quedaban a las sirvientas, las que acudían a comprar y aprovechaban para pasearse y ser vistas por los de su clase, saludar a sus parientes, amigos (as). Por su parte el cura del pueblo se molestaba bastante porque normalmente el mercado para la vendimia se ponía en domingo y esto hacia que las sirvientas y los jóvenes de clase baja no se presentaran a misa. Después de misa se les veía dando vueltas en la plazuela para mirar a las muchachas eso sí, sin poder acercarse (sólo mirar).
Las muchachas de clase alta, siempre se presentaban a la misa en domingo acompañadas de sus padres, con toda la familia y los jóvenes se metían a la misma para desde allí admirarlas teniendo ese contacto de tipo visual. Las casadas iban con su esposo. La Iglesia se llenaba en domingo, pero pasaba prácticamente sola entre semana, sólo las ancianas acudían al rosario al oscurecer.
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