Por: Salvador Durán
Un lugar amable en el paisaje y la historia de cada lugar son sin duda, amigo(a), sus personajes excéntricos, quienes, con sus ocurrencias o comportamiento extravagante, divertido e inofensivo, terminan convertidos en leyendas y parte de la identidad colectiva. Algunos no pasan de ser anécdotas que mueren con sus contemporáneos, mientras que otros, permanecen vivos y se convierten en mitos.
Todos conocemos, conocimos, o al menos hemos sabido de alguno. Yo supe por primera vez de esta singular estirpe, durante mi niñez en Tepic, en la persona de una popular mujer conocida como Concha Moños. No recuerdo su actuar, sólo tengo en la memoria a una señora maquillada como muñeca de trapo y recargada de moños en peinado y ropa, lo que dio origen a su apodo y a la costumbre, en esa época, de llamar Concha Moños a la mujer de cualquier edad que se emperifollara en exceso.
Pocos años después, en Guadalajara, conocí al famoso Polidor, un viejecito menudo y de enorme barba blanca que, a no ser por su atuendo de revolucionario, podía haber pasado por duende Irlandés. Polidor se ganaba la vida como publicista. Calado con enorme sombrero de palma y armado de un megáfono rojo en forma de embudo, pregonaba a la puerta de los grandes almacenes sus argumentos rimados, si es que no se distraía, de pronto, a chulear a alguna bella transeúnte. Enamorado y dicharachero les decía piropos ingeniosos como aquel dedicado a una atractiva jovencita de gruesos anteojos, a quién susurró al pasar a su lado: Ciega de amor
por Polidor. Su vida y su anecdotario hicieron de Polidor un personaje inolvidable para los tapatíos.
También tuve la suerte de conocer en Mérida al célebre Poeta del Crucero, un modesto barbero llamado Maximiliano Salazar quien habiendo nacido en Tabasco emigró de joven a Yucatán. Peluquero de oficio y poeta de corazón, Don Max debía su mote al hecho de vivir en un lugar cercano al cruce de los ferrocarriles. Con un más que discreto talento literario, el poeta fue víctima de la legendaria y perversa afición del yucateco a cultivar ingenuos. En una cruel y colectiva broma le habían convencido de una supuesta excelsitud literaria a la que el barbero/poeta correspondía con exuberantes arranques líricos recitando sus versos a cuanto parroquiano acudía a su peluquería, ante el regocijo de todos los parroquianos.
A guisa de ejemplo, te recito algunas de sus cacofónicas rimas: La morena libia es tan ardiente/ que hasta la tibia tiene caliente. No hay luz en la noche ¿y qué?/ Yo tengo mi buen quinqué/ Ocasión como ninguna para contemplar la luna; y una última, El cielo tiene peces: las estrellas/ las muchachas pasean por el malecón/ y precisamente por eso/ causan gran sensación ./ ¡Allá ellas!
Pero quizá, amigo(a), el más célebre de estos personajes sea el famoso Filósofo de Güémez, cuya fama nació en Nuevo León y Tamaulipas donde está el municipio de Güemez- para después extenderse a todo el país. Aunque ha sido relacionado con dos o tres personas de la región, nadie sabe a ciencia cierta si existió o si es una suma de las puntadas y dichos del pueblo norteño en colectivo.
Su famosa filosofía resume el modo de pensar y de hablar del norteño: ladino, socarrón y amante de dichos y refranes, a veces sabios y, otras, contradictorios, perogrullescos o bien, parodia de muchos refranes clásicos. Para terminar esta charla te platico algunos de sus filosóficos dichos, respetando el lenguaje para mantener su autenticidad:
Si de dos perros que persiguen a una liebre, el de adelante no la alcanza
el de atrás menos. Nunca alegues con un pendejo
pue´ que la gente no sepa cuál de los dos es Cuando el gallo canta en la madrugada pue´ que llueva mucho, que llueva poco
o que no llueva nada. Cabrón es el que repite plato
pero más cabrón es el que pide pa´ llevar. El dinero no da la felicidad
sobre todo cuando es poco. Trabajar nunca mató a nadie
pero pa´ que chingaos le arriesgas.. Nunca las gallinas del palo de abajo podrán cagar a las de arriba. Todo el que anda hecho madre se muere y, el que no
también. Hay dos palabras que sirven para abrir todas las puertas
jale y empuje. Casarse con mujer rica es contraer
patrimonio. Lo triste no es ir al cementerio
sino quedarse allí. Primero viene el 1 y después viene el 2, pero en el 21
¡se chinga el 1!
Y aunque hay miles de dichos atribuidos al Filosofo de Güemez, me despido recitándote un verso de este mítico personaje: Llévame a tu hermoso reino/ poderoso rey de Jalpa/ que soy chingón con el arpa/ y también con la vihuela/Y pa´ qué veas,
.con el violín soy bien pendejo.
Me despido de ti, amigo(a) con la esperanza de haberte provocado una sonrisa o una reflexión, y te recuerdo que lo bonito es el camino. Llegar es como morirse.
Comentarios