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Filosofía marismeña

Camino

Ramón Larrañaga Torróntegui

Jueves, 13 de Junio del 2019. 8:54:36 pm

Letra más grande

Manejo tranquilo a bordo de un coche, bajo una ventanilla y afuera el calor se siente infernal, reflexiono ¿Cuándo llegara la lluvia? Tal vez se tarde un poco me recuso. Entretengo los dedos moviendo la radio, no hay nada que hacer sino caminar a bordo de un coche y los pensamientos, nada más que me entretenga, solo observar la línea de la carretera, los pensamientos, sucede, las circunstancias, lo celoso en la forma en que las personas hacen que las cosas acontezcan. Miro a los lados y vuelta a empezar.

Allá entre los arbustos quemados por el sol, agazapados se medió muestran unos pájaros sin otro sitio al cual acudir para protegerse.

Su vida y la nuestra son muy semejantes solo descansan unos minutos para continuar sin importar que en ese camino por los aires pierdan su vida o yo, termine el viaje saliendo ileso.

Los accidentes se presentan cuando menos se le espera, solo basta un segundo y la vida queda. Si, pensé; hay que ir menos veloz, tener mayor cuidado para no encajar en el común de ellos. La mente me lleva a esos miles de muertos alcoholizados quienes tambaleantes se atrevieron a manejar apostándole a su frase favorita que borrachos manejan mejor.

Lo admito en la juventud fui uno de ellos y al paso de los años llegue a comprender la magnitud del daño que produce unas cuantas copas antes de agarrar el volante.- Podrán ver que voy pensando cosas claras en la rutina de manejar, e ir escuchando música, ya que no hay nada que hacer. El camino no es equivocado, quien lo hace en esta forma es uno mismo, cada cual es capaz en creer a ciegas que el destino nos está esperando y no admitir que nosotros lo acercamos al tomar la decisión que al final resulta una respuesta.

Los movimientos que se toman al decidir son las manos del destino, lo demás es mera fantasía. La vida nos arroja en manos de la muerte cuando entra en escena la imprudencia, ignorancia, estupidez. Nos lleva dando tumbos y va dependiendo del como enfrentemos situaciones.

La conciencia nos conecta con la realidad de tal forma que sabemos hasta ¿Dónde? se encuentra el hilo que se puede romper sin embargo cuando no se quiere ver, se toma, se atreve y se consigue el boleto.

La vida nos llena de frustraciones, arranques molestos, despreciamos, nos surge la envidia porque amamos lo material y solo vemos en el mismo el error de un supuesto progreso. Dejamos de amar, sentir, agradecimiento. Los seres que nos aman y amamos los alejamos porque no encajan en darnos lo que creemos merecer.

Nos gusta ir tropezando, sufriendo, le agarramos amor en hacerlo pero en el fondo es un desprecio a la vida, un fin desesperado que nos ganara en la esquina siguiente apagando la luz gracias a que nosotros la consideramos inútil. Dar rienda suelta a los instintos tiene su costo, se lleva dentro del alma, se reparte en pedazos. Las frustraciones son los charcos que hay que brincar en época de secas.

La envidia es la pared de esa barda que no permite exaltar las emociones. Tal vez la única oportunidad con la que se cuenta es bajarle a todo lo que empaña el pensamiento.

A los lejos se observan un par de conejos que marchan entre brincos a merced de que en su camino no aparezca un coyote y se los coma, solos entre saltos corren.- Es la historia que aprendieron con sus padres, no pueden hacer otra cosa, así las personas corren por las calles exponiendo siempre lo mismo, las molestias de ayer no cambian, más bien embullen con mayor energía, es como si el día despertara nuevos bríos por el calor.

-Nadie respeta a nadie, todos actuamos en razón de micrófonos viciados sin el menor respeto a quien escucha. Mentes enfermas, emociones y placeres descompuestos, es la historia, siempre pensando que la gente sale a la calle con la esperanza que nosotros tengamos algo nuevo que contar para que alegre su vida ¿Quién escucha a quién? ¿Hace caso de lo que se platica?
Aquí, está la radio como ejemplo: El locutor se pierde entre sus motivaciones engañosas, aprovecha estar al aire para tranquilizar sus negaciones.

El camino es corto y largo según se viva, los que transitan, unos con buenas intenciones y los otros enterrando frustraciones, amores fallidos, aventuras guardadas entre sus escombros mentales incapaces en poder hablar de ellas, esas son la cicatrices que nadie se atreve a recitar pero permanecen inolvidables.

Poco podría contestar después de esta reflexión en las que en mis manos puse mi vida, en los ojos las mirada sobre la línea carretera y la mente la enfoqué a tantas calamidades necesarias para que nos mantenga en ese camino llamado vida. Ruge el motor acelerando mi sangre en exigencia para llegar pronto, es el animal que cada uno llevamos dentro.

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