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Filosofía Marismeña

El primer beso

Ramón Antonio Larrañaga Torróntegui

Martes, 29 de Octubre del 2019. 10:49:47 pm

Letra más grande

En la primera etapa de esa juventud, uno no admite ser rechazado, quieres seguir aunque la persona te mande el mensaje que todo se terminó pero quieres que siga contigo, la buscas sin encontrar respuesta adecuada,-Ambos son inmaduros en busca de experiencias.

En tu interior excavas para encontrar una respuesta, te dan ganas de viajar, desparecer con la esperanza en ser extrañado.

Son puntos de partida en esas sensaciones raras que uno va experimentando. La experiencia narrada por aquel abuelo, la emoción en sentir el primer beso por la conquista inicial, sus momentos de conversación sin sentido pero especiales en esa primera cita en la que escuchas el canto de los pájaros dentro del alma o cuando la dejas para regresar a casa.

Ese camino de regreso en el bullicio mental que produce ese ser que inicia queriendo crecer contigo, está en ti, su vivencia, lo maravilloso de la aceptación mutua, consciente maravillosa que alumbra los sentimientos nuevos desatados en el alma que no esperan ni desean respuesta alguna simplemente esa sensación profunda que empata las emociones entre ella y el yo interno que hace sentir un sentimiento fuerte.

El primer beso compartido con la que creemos haber encontrado el alma gemela. Al fin estallaron las hormonas para sentirse realizado, ha encontrado esa alma que siente al igual el cómo responde el corazón que siente y no conocíamos y que solo de mirar siente sin buscar respuestas. Cambia el entorno, cada esquina, carro, piedra en el camino, sabemos que inicia el camino y lo valoramos como el final al que íbamos a parar.

Cuando ya has dado los primeros pasos en el sendero que la vida te ofrece, te ves inmerso en ella con sus momentos de debilidad. Aprendes a vivir en circunstancias duras, en problemas que se presenta ante tus ojos, desafiantes.

Amas la libertad que ofrece una tarde de lluvia cayendo sobre el rostro, amas el fresco de las aguas de un rio mientras te bañas.

No llega el cansancio, son días de ajetreo de esas primeras etapas de la vida que tanto se disfrutan sin pensar que existe mal tiempo sino hermoso porque llueve, truena el cielo con sus rayos, no hay dolor físico, ni amores fallidos mucho menos percibes la derrota. Caminas sin motivo aparente, las debilidades van formándote, la vida se va apoderando de ti, de tu ánimo, espíritu.

Jamás piensas en que la vida más adelante tendrá la capacidad en derrotarte. Marchas entre los días, la distancia entre la niñez se va acrecentando y cada vez sientes que llegaras al final de esa meta, esa etapa soñada pero conforme los años van pasando la distancia continua siendo la misma por más pasos que hayas dado y es cuando en la adultez reflexionas que nunca llegaras.

La vida es rápida, los sueños lentos, el caminar lleno de obstáculos, la línea entre lo que derrota y se alcance es tenue. Llegas a los 30 años y te sientes derrotado pero algo dentro de ti que sale de lo más hondo te grita que esto apenas empieza, que no te dejes caer, debes crecer, que tú eres el ser capaz de empujar tu propia carreta y eso te anima nuevamente a seguir, a superar ese bache que desalienta. Inicias y no sabes cuándo llegaras, se supone que es una meta ficticia sin marcas para festejar al llegar a su límite.

La vida es corta, el camino es largo, las dificultades son obstáculos para ir lento y tropezando y para ello hay que irlos venciendo, pero no todos estamos con la actitud de poder hacerlo, tampoco se vive de sueños mágicos, es algo más profundo que un deseo.

Es lo que está dentro del alma, esperando en ser sacado. No es casualidad todo lo que nos rodea, todas son piedras en ese círculo que marca a todos el sendero a transitar ya desea con voluntad o dejadez por lo cual unos son indiferentes y otros tenaces. Los que buscan más allá de las cosas encuentran lo que no esperaban, los que no lo hacen viven en la sensación de su abandono por ello buscan sin saber lo que es, solo desean sentirse útiles para alimentarse, beber, bailar.

Los que no crecen porque no aprendieron hacerlo son personas sin tono que se sienten útiles en donde nadie los moleste porque su vida es esa rutina, es el problema de su dejadez que lo aleja de la sensación sentimental.

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