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Con Precaución

El cerebro es el que ve, y no los ojos en sí

Sergio Mejía Cano

Jueves, 25 de Noviembre del 2021. 11:20:29 am

Letra más grande

La diabetes está considerada como una de las perores enfermedades que más han agobiado a la nación mexicana y otras partes del mundo. Es muy probable que no haya una mexicana o un mexicano con más de algún familiar que padezca esta terrible enfermedad o que la suframos nosotros mismos aun sin saberlo. Se dice y se ha documentado que, la diabetes provoca otras enfermedades como males renales, hipertensión arterial y, desde luego, ceguera, entre otras más.

Un compañero jubilado del ferrocarril comentó cierta vez que tenía que estar cambiando de lentes constantemente, porque al poco tiempo que se los adaptaban, después ya no le servían, hasta que un oftalmólogo le preguntó si tenía diabetes, y al responder que sí, el médico oculista le dijo que entonces la solución no era estar cambiando de dioptrías a cada rato, sino atenderse de bien a bien su enfermedad, porque si no se cuidaba de acuerdo a las instrucciones para los diabéticos, con el tiempo ya no habría adaptación que pudiera usar. Y así como la mayoría de nosotros tenemos familiares padeciendo diabetes, posiblemente sepamos o estemos enterados de amigos, conocidos, vecinos, etcétera que ya perdieron la vista por causa de este mal.

Otro compañero jubilado del ferrocarril quedó ciego, pero no por diabetes, sino que, al ir a la ciudad de Guadalajara, Jalisco a operarse de una catarata en uno de sus ojos, salió de la sala de operaciones ya sin ver, supuestamente debido a una bacteria, según les dijo el médico que había operado a este compañero, pues argumentó dicho cirujano que, posiblemente le llegó una bacteria que afectó ambos ojos, porque ya no hubo remedio posible y que su ceguera era ya irreversible. Y ahí quedó todo, no hubo fuerza alguna para que le explicaran más de eso; una bacteria y tan, tan.
En cierta ocasión que fui a visitar a este compañero, por la confianza de habernos conocido desde 1972, cuando entramos al Ferrocarril del Pacífico, me comentó que entró en tal grado de depresión que, hasta llegó a pensar en morir; sin embargo, al sentir todo el apoyo que su familia le daba, desistió de ese pensamiento y pues, poco a poco había aceptado su nuevo estatus de vida.

Todavía hasta principios de los años 70 del siglo pasado, circulaba una revista en nuestro país que se denominaba ?Life en español? que, era parte de una membresía de una revista estadounidense del mismo nombre. La editora de esta revista, puso a la venta varios tipos de enciclopedias que mucha gente adquirió, pues hubo una que consistía en varios libros con diversos temas como de geografía, biología, bellezas naturales, programas científicos y uno que, en especial llamó mi atención que era el de ?Luz y visión?, pues este detallaba cómo y por qué vemos, y hacía referencia a que sin luz, no se podrían distinguir los colores, y traía entre sus láminas una imagen de un círculo oscuro, y en otra, el mismo círculo iluminado en donde se podían mirar unos dulces de varios colores. Este libro también traía otros círculos con otros más pequeños en su interior de muchos colores que en sí, eran para hacer la prueba del daltonismo, pues quienes estuvieran bien de su visión, podían distinguir determinado número que aparecía entre los círculos pequeños de colores diferentes y, quienes no pudieran ver ese número en el interior de círculo mayor, entonces era daltónico. Y en el mismo libro especificaba que el daltonismo lo transmitían las madres a los hijos, pero que, curiosamente, no se sabía de mujeres que padecieran daltonismo.

También decía que, quien ve es el cerebro y no los ojos en sí, pues estos vendrían a ser como las cámaras fotográficas o de cine; que la retina se denominaba así, porque retenía las imágenes en el cerebro. Que el cerebro grababa para siempre situaciones impactantes y de peligro que no se borraban tan fácilmente como otras que ya ni en cuenta; y ponían de ejemplo que, si se nos aproximaba una persona en forma agresiva portando un arma, esa imagen sería imborrable ya para nuestro cerebro.

Así que con base en esto de que es el cerebro es el que ve y no los ojos, al estar platicando con mi compañero jubilado, le dije que así ya no mirara con los ojos, de todos modos, seguía viendo; obviamente que tal vez lo tomó como burla; sin embargo, cuando le dije que al soñar, a poco no veía como antes de quedarse ciego y, esto lo sorprendió tanto que, llamó a su esposa para decirle esto, diciendo que no lo había tomado en cuenta y que, precisamente había soñado como cuando sí veía.

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