
*El Estado mexicano tiene una "enorme carencia" de instrumentos para regular el mercado, lo cual origina crisis en los individuos provocada por la desiguladad, sostuvo Mario Luis Fuentes, de la Facultad de Economía de la UNAM.
Agencia/El Sol de Nayarit
El combate a la pobreza, desigualdad, violencia y otros fenómenos de deterioro social en México requieren del fortalecimiento del Estado y un nuevo contrato social, a fin de poder regular el mercado que ha llevado a una profunda inequidad y crisis social, advirtió Mario Luis Fuentes Alcalá, coordinador de la especialización de Desarrollo Social de la división de estudios de posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM.
El también titular del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS), destacó que a la fecha el Estado mexicano tiene una enorme carencia de instrumentos para regular el mercado, motivo por el cual hay un creciente malestar social y una crisis del sujeto provocada por la desigualdad social.
Somos una sociedad profundamente desprotegida, con un andamiaje institucional poco articulado que ha provocado la muerte anual de 30 mil jóvenes y niños, tres millones de menores sin acceso a la escuela, 2.7 millones de niños que se ven obligados a trabajar, 70 mil muertes por diabetes, así como una pandemia de enfermedades mentales y problemas de conducta que se expresan en violencia, homicidios y suicidios, todo ello reflejo de la enorme fractura social en el país, enfatizó.
Durante su participación en el foro sobre Políticas públicas para la igualdad y la disminución de la pobreza, el miembro fundador del Consejo Consultivo de Unicef-México, indicó que la sociedad mexicana está sometida a la vulnerabilidad por las fallas instituciones, no por condiciones de género.
Agregó que si bien se requiere de más transparencia, eficiencia y eficacia en las políticas públicas, no es suficiente, ya que ello no resuelve la desigualdad social provocada por una estructura institucional dramáticamente desordenada en el país y un Estado incapaz de cumplir e marco jurídico que se ha dado a sí mismo.
Ante ello, planteó la asunción de un nuevo contrato social y de una nueva cultura de identidades y de diversidades, que promueva la solidaridad desde la individual, no la individualidad promovida por la modernidad y que se basa en la competencia.
Esto implica, añadió, reiventar a la sociedad, confrontar el discurso de la individualidad promovido por el mercado y la modernidad, pues dicha individualidad se basa en la competencia.
También criticó a los gobiernos que en los últimos 20 años renunciaron a la planeación en los tres niveles de gobierno, incurrieron en corrupción, opacidad y negligencia, lo cual ha llevado a la desarticulación y con ello a vivir en una sociedad salvaje.
Planteó que sólo con reformas estructurales y una articulación en las políticas gubernamentales que promuevan la igualdad se podría obtener crecimiento y revertir la actual tendencia de deterioro.
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